Podría ser el titulo de un cuento infantil de los que leía a mis hijos cuando eran pequeños, como “Teo va al circo”. Buenos recuerdos, como los que espero le queden a la familia de mi amiga Carolina con esta sesión fotográfica, que realicé una tarde gris de principios del verano en el Zoo de Santillana del Mar.
Carolina quería regalar a sus padres un retrato de toda la familia con motivo de su aniversario y me sugirió hacerlo en el zoo, donde su hermana tiene apadrinado un Tití león dorado (Leontopithecus Rosalía), una especie en peligro de extinción procedente de Brasil,que llama la atención por su bonito pelaje.
Así pues, quedamos en Santillana para hacer el retrato familiar y un pequeño reportaje del paseo por el zoo, visitando todos los animales que allí se encuentran reunidos como en el Arca de Noé.
La tarde resulto perfecta. Los niños disfrutaron a tope pudiendo ver los animales tan cerca.
No me gusta ver a los animales en cautividad, los prefiero libres, en su hábitat natural. Pero he de reconocer, que para los niños la posibilidad de acercarse y casi interactuar y conversar con ellos, es una gozada.
Saludar al oso que sale del baño, posar con los lobos, quedar hipnotizado por la nutria o ver al pavo real luciendo su esplendido plumaje, es toda una experiencia.
Si además tienes la suerte de encontrarte con el director y “alma mater” del zoo, José Ignacio Pardo de Santayana y que te muestre un polluelo de flamenco, recién salido del cascarón, mejor aún.
Poder fotografiar las caras de asombro y felicidad de mis jóvenes modelos, cada vez que se paraban embelesados ante una nueva especie y capturar con mi cámara esos momentos felices, fue un placer.
Y aunque prefiero retratar a los animales en libertad, tengo que admitir, que la pasión que pone José Ignacio Pardo en este proyecto al que ha dedicado toda su vida es digna de admiración.
Todavía recuerdo cuando mis hijos eran pequeños y vivíamos en el vecino pueblo de Oreña, cuanto disfrutaban las visitas a este lugar, para saludar a la mona Patricia, hoy ya no está, pero siguen sus descendientes haciendo las delicias de todos los niños que los visitan.
Para el fotógrafo es un plus poder tener a los niños quietos y absortos en la contemplación de tanta maravilla animal, ver como conectan con ellos, con que facilidad se comunican, porque en el fondo son nuestros parientes y no tan lejanos.
Por eso cuando Carolina me propuso realizar esta sesión fotográfica en el zoo, me pareció una idea genial. Y aquí tenéis el resultado para el recuerdo familiar, que quedará impreso en un precioso álbum de aquella tarde en el Zoo de Santillana.
Espero que os guste mi reportaje y por un rato volváis a la infancia.
Gracias por estar ahí.
Lucía