Hace tiempo que quería hacer un pequeño reportaje de las alumnas de mi antiguo colegio, Las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, y volver atrás en el tiempo a aquellos maravillosos años de la infancia con el grupo de amigas de clase, los odiados uniformes, esperando siempre impacientes a que sonara el timbre para salir corriendo por el portón y bajar trotando por las cuestas de Santo Mauro hacia el Sardinero. Desfogarnos pisoteando las hojas secas del otoño, saltando tapias o colándonos en alguna casa abandonada.

Teníamos más libertad, íbamos solas andando al colegio, no existían los móviles, ni había policías controlando la salida del colegio. Algunas cosas han cambiado. Las nuevas tecnologías nos permiten un mayor control sobre nuestros hijos, los llevamos y recogemos en coche y en vez de cuatro autobuses escolares esperando a la salida, ahora hay un montón de coches y no hay manera de aparcar; ya no quedan casas abandonadas en las que colarse.

Pero hay cosas que no cambian. El grupo de amigas sigue siendo lo más importante, se sigue odiando el uniforme y se disfruta igualmente cuando te saltas las normas. Por suerte el espíritu de rebeldía y las ansias de libertad permanecen y siguen haciendo de esa etapa una de las mejores de nuestra vida.

Con estas fotografías quiero rendirles mi particular homenaje, para que nunca cambien y mantengan ese espíritu rebelde.

Gracias chicas, por prestaros a ser modelos por un día.

Lucía Laínz

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